Comentario
Capítulo XIV
Que trata de cómo bajados aquellos capitanes indios a comer con el general les habló y la cautela que usaron con él
Bajados los dos caciques capitanes que arriba dijimos con otros cinco indios al llano del valle y sitio donde el general Pedro de Valdivia tenía asentado su real, porque hay diferencia en los asientos de la gente de guerra, así como lo hay en todo lo demás; porque los cristianos que conquistan en indios y son cursados, asientan sus reales en lo más llano que hallan por ser lugar más fuerte, que haya muchos españoles o que haya pocos. Ansí se requiere por respeto que en lo llano son señores del campo con los caballos, y por consiguiente, los indios huyen de lo llano por temor de los caballos, y reconociendo la ligereza de los españoles, asientan su real entre arboledas y cuchillas de sierras y partes que los caballos no pueden caminar; y sin ellos no pueden aprovecharse, sino con grave trabajo por la gran cantidad de ellos. Y por este respetó digo que bajaron los dos capitanes con otros indios a donde estaba el general Pedro de Valdivia y le hicieron su acatamiento como ellos los usaban, con aquellas ceremonias que tienen de costumbre, haciendo una reverencia con ambas piernas, curvándolas un poco y alzando las manos parejas contra el rostro del que obedecen, haciendo con la boca una manera de besar. Y por esto llaman a esta ceremonia que quiere decir tanto como besar y adorar y reverenciar.
Luego los mandó el general Valdivia asentar en el suelo como ellos usan y les mandó dar de comer, usando con ellos y su gente de una cautela que convenía, con tal astucia como la usó Bías con Aliate por librar del cerco a su patria. Requiérese con los indios hacerse así porque ellos siempre están fundados en cautelas y traiciones. Y estando comiendo les dio a entender cómo eran venidos a hacerse sus hermanos y que entendiesen que había en España un rey, como ya les había dicho, que tenía de ellos gran noticia, y que él venía [a] aquella tierra por su mandado, y que quería que fuesen cristianos, y que les daría a entender lo que habían de guardar y mantener. Y dioles chaquira y tijeras y espejos y cosas de nuestra España, especialmente cosas de vidrio que ellos tienen en mucho.
Dado esto y hecha la plática, les dijo que se fuesen y que otro día viniesen a verle a un pueblo pequeño que estaba más abajo media legua, y que trujesen la gente que más pudiese de paz, y que los enviaría a llamar con un cristiano y un yanacona.
Ellos dijeron que sí, y que si aquellos mensajeros enviaba, que ellos vendrían otro día, y que hablarían a los señores e les contarían lo que les había dicho, y le traerían la respuesta. Y ansí se fueron estos indios.